Luz María Rodríguez Luque, hija de madre sastra, trabajó en el negocio familiar cuando apenas era una adolescente. Finalizó sus estudios de bachiller, para más tarde formarse en administración, taquigrafía, francés (Instituto de Toulouse), y auxiliar de enfermería pediátrica, aunque finalmente sólo ejerciera como técnico medio administrativa en CCOO, desde el año 1977. Casada con uno de los presos políticos del franquismo, y madre de una hija, su vida se puede resumir como una lucha continuada hacia la libertad, en todos los sentidos.
A la temprana edad de 16 años, y gracias a un primo lejano suyo, conoce al que será su marido y padre de su única hija, Francisco Acosta, condenado posteriormente en el Proceso 1001, por pertenecer al equipo de CCOO, entonces, un sindicato ilegal, ligado al Partido Comunista, lo que durante el régimen franquista era un claro caso de asociación ilícita. Un año más tarde, se casaron. Una boda que recuerda marcada por varias anécdotas, como el hecho de que su marido fuese despedido un mes antes de ella por participar en una huelga, dentro de la empresa en la que trabajaba, o que fue detenida, tres días después de casarse, en Madrid, junto a su marido y Fernando Soto.
La dedicación de Paco Acosta, como le conocen sus allegados, su esposo, con la política, la lleva a embarcarse, junto a un amigo íntimo de la pareja, Fernando Soto, también fundador de CCOO y condenado en el Proceso 1001, en el primer periódico de CCOO, “Realidad”, un diario ilegal y clandestino, gracias a sus estudios de taquigrafía.
A pesar de que su marido vive varias detenciones durante la etapa franquista, Luz María recuerda 2 de ellas, como las más importantes: en la primera, el 26 de julio de 1970, en Carabanchel, el juicio no llega a celebrarse; en la segunda, en junio del 72, Acosta es apresado y condenado en el Proceso 1001, una detención definitiva y que marcará sus vidas para siempre. Un total de 12 años de cárcel, fue la condena que se le impuso al marido de Luz María, que al año siguiente, pudo ver cómo el Tribunal Supremo revisaba su pena, junto con la de otros integrantes del Proceso 1001, y la rebajaba considerablemente a dos años y cuatro meses.
Durante la última detención de Paco Acosta, Luz María Rodríguez se encuentra en Sevilla, con tan sólo 19 años de edad, y decidió refugiarse en su familia y en otras mujeres de presos políticos como Leonor Mendoza, “Mari” (mujer de Fernando Soto), y Carmen Ciria, “Carmelita” (mujer de Eduardo Saborido), cuyos lazos afectivos crecían con cada detención o noticia que llegaba desde Madrid, igualando o superando incluso, el trato con sus propias familias.
El día que ponen en libertad a Acosta, Luz María, junto con otras mujeres de presos políticos, amigos, abogados de los presos y familiares, esperan durante numerosas horas en la puerta de la prisión, hasta que ya entrada la noche, su marido sale de la cárcel, acompañado de otros presos políticos. Luz María recuerda ese primer encuentro “sin rejas”, con gran emoción hoy día.
Tras la salida de Paco de la cárcel, el matrimonio vuelve a Sevilla, donde le recibirán en la estación de San Bernardo, una multitud de personas que se habían hecho eco de la noticia por la prensa, compañeros, y familiares, para darles la bienvenida. Ambos recuerdan ese momento como uno de los más emocionantes de sus vidas. Estaban un poco más cerca de conseguir la libertad y la democracia.
En el año 1977, Luz María Rodríguez comienza a trabajar en el sindicato CCOO, motivada por sus lazos innegables con la política y la lucha a favor de las libertades, aunque ya desde muy joven tuviese grandes inquietudes políticas. A la pregunta “¿Cuándo finaliza su trabajo en la política?”, Luz María contesta rápido y de forma concisa: “Yo creo que mi vida estará siempre ligada a la política, porque es parte de mi. Yo no entiendo mi trabajo como un contrato, sino como un sentimiento. No me retiraré nunca, aunque físicamente sí lo haga.”
En una entrevista que duró aproximadamente una hora, Luz María se despedía recordando el homenaje a los presos del Proceso 1001 el pasado enero de 2013, en Madrid, por el Bufete de Abogados de Atocha.
Este fue acto en el que se recordó la labor imprescindible de los presos políticos, pero también el papel significativo de sus mujeres. En este homenaje, Luz María fue la encargada, en el sector femenino, de dedicar unas palabras y rememorar lo ocurrido.
Fernando Soto, también presente y homenajeado en el acto, recordaba el momento con un brillo especial en los ojos: “A Luz María le temblaban las piernas y cada vez que a ella le faltaba el aire recordando lo que pasó, a todos los que estábamos en la sala, nos faltaba el aire con ella.”